Al principio todos nos espantamos las moscas de encima, son horriblemente incómodas, las repelemos, las odiamos, las matamos...algunos hasta las queman. Pero llega un momento en el que tienes tantas moscas encima que te rindes, porque sabes que aunque las espantes ellas volverán, una y otra vez, incansablemente. Lo único que te queda es desistir, aprendr a ignorarlas y dejar que sus odiosas patitas recorran tu cuerpo.
¿Hablamos sólo de moscas? Quizá no.
Odio el verano, entre otras cosas, porque hay más moscas.
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