Cuando, en el mes de agosto vas andando por la calle,
cuando corres y notas que una gota de sudor se desliza por tu espalda,
cuando estás en el dentista, agobiado y no puedes moverte,
cuando estás tomando el sol mientras observas a los demás en el agua,
cuando ves un cuerpo serrano semidesnudo,
cuando abres el lavavajillas y sale un montón de vapor ardiendo,

CALÓ

divendres, 21 d’agost del 2009

PUCK

 
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SÚPER

 
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TERROR

 
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FURIA


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PUEBLERINA


Mi experiencia en la vida me dice que en los pueblos hay dos clases de personas; Puedes ser simplemente alguien que vive en el término municipal, y no saber siquiera de qué partido es el alcalde. O bien, puedes ser el hijo del sobrino de la nieta de la tía Carmencín. En ese caso, formas parte del selecto círculo de "tota la vida". Conocen a tus abuelos, conocen a tu madre, el negocio de tu padre, dónde vives, y lo mucho que te pareces a tu hermana. Si te mueves en ese círculo no hay escapatoria, nunca podrás salir. Hagas lo que hagas o vayas dónde vayas siempre serás quien eres. Las amigas de tu abuela siempre te pellizcarán las mejillas y te dirán lo muy guapa que eres. Las excompañeras del colegio de tus padres siempre te recordarán que ellas te conocían cuando eras "así de grande" (señalando con la mano sus rodillas). No es como vivir en un barrio, en esta ocasión, vivas dónde vivas, siempre pertenecerás al casco antiguo del pueblo. En algunas ocasiones podrías llegar incluso a descubrir que el último novio que tuviste es nieto de la prima de tu abuelo. Y pensarás: "¡¿Por qué?!". Y la respuesta es simple, porque perteneces a un pueblo que en un tiempo no tan lejano fue pequeño.

dilluns, 17 d’agost del 2009

Variedades


Anoche tuve el placer de estar presente en unos playbacks, o como los llaman los veinticinco añeros: "variedades". No sé que fue más triste/divertido, un cincuentón disfrazado de Alaska o el hecho de estar presente. Echar de menos a alguien es la cosa más horrible que me ha podido pasar nunca. Es triste pensar que una persona a la que quieres se ha ido a navegar y que en varias semanas no volverá. Y como en esa canción de Maná, sola en el olvido esperas en el muelle. Pues bien, yo espero en un pueblo cutre, que para darle más picante al asunto está en fiestas. El calor y las hormonas hacen que los adolescentes calenturientos no quieran hacer otra cosa que sobarse con un cubalitro de calimocho en la mano mientras escuchan la súper canción del verano, (ya me entendéis, esas machistas hasta la médula con frases como: "tú tienes la boca grande, así que ponte a jugar"). Y a una persona como yo, eso le duele, si me dieran a elegir entre 50 verbenas casposas y una tarde con el marinero, bueno, creo que no hace falta que termine la frase. Echar de menos a alguien es como acostarse una noche llorando porque tu madre se ha dado cuenta de que ya eres demasiado mayor para dormir con una mantita y un peluche llamado Rosita. Algunas veces consigo olvidar que me falta alguien, pero llega un momento en el que algún despistado te pregunta por esa madre que no tienes o por ese novio que te dejó hace casi un año. Escuchar una harmónica o un acordeón se convierte en ver a la Parca a los noventa años, blanco y en botella...Es decir, esos instrumentos melancólicos que tanto me gustan me recuerdan que me falta alguien, mejor pondría con mayúsculas el que ¡ME FALTA ALGUIEN! A veces creo que se me nota en la cara, es como llevar un cartel luminoso digno de un buen club de alterne, ya que cada dos por tres alguien me pregunta: "¿Qué te pasa?" Y a ti, que estabas despistada pensando en lo que hicisteis la última vez que os visteis, no te queda otra cosa que decir: "Nada, es que los hielos se me han subido a la cabeza".


dilluns, 3 d’agost del 2009

Gabardinita Naranja

Harta de escribir cursilerias la muchacha cambió su pelo, sus pies y su blog, empezó a ser como quería ser.
Su mamá le puso una cestita con canónigos, sepia y membrillo, porque su abuelita estaba enferma y debía ir a verla.
Se puso su gabardina de charol naranja y salió por el peligroso pueblo en busca de la humilde casita de su abuelita.
Lo que nunca se habría imaginado era que en el pequeño pueblo estaban en fallas, y eso era igual a:
-calles cortadas a causa de horribles y perversos monigotes.
-sonidos infernales que atormentaban a la pequeña gabardina naranja.
-gente indeseable por doquier, altamente diferenciable por un pañuelo gris a rayas azules.
-y lo que más miedo le daba a la pequeña muchacha, extrañas y malévolas chiquillas, vestidas con horrendos trajes, llamadas "falleras".